El ejercicio también desempeña un papel crucial en el control del colesterol. Actividades como caminar, nadar o andar en bicicleta ayudan a elevar los niveles de colesterol HDL, conocido como el «colesterol bueno». Este tipo de colesterol ayuda a eliminar el exceso de colesterol LDL, o «colesterol malo», del cuerpo. El aumento del colesterol HDL reduce el riesgo de formación de placas en las arterias, lo que puede obstruir el flujo sanguíneo y llevar a enfermedades cardiovasculares graves.
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Otro beneficio clave del ejercicio es su capacidad para controlar el peso corporal. Mantener un peso saludable es esencial para reducir el riesgo de enfermedades del corazón. El ejercicio regular ayuda a quemar calorías y a mantener una composición corporal equilibrada, lo que es fundamental para la salud cardiovascular. Además, el ejercicio reduce la grasa abdominal, que está asociada con un mayor riesgo de enfermedades cardíacas.
El ejercicio también tiene un efecto positivo en el control de la glucosa en sangre. Las personas que hacen ejercicio de manera regular tienen un mejor control de los niveles de azúcar en sangre, lo que es especialmente importante para las personas con diabetes tipo 2 o aquellas en riesgo de desarrollarla. Al mejorar la sensibilidad a la insulina, el ejercicio puede ayudar a prevenir o manejar la diabetes, lo que a su vez contribuye a la salud cardiovascular general.
Además de sus beneficios físicos, el ejercicio también tiene un impacto positivo en la salud mental, lo que indirectamente favorece la salud cardiovascular. La reducción del estrés y la ansiedad, que se logra a través de la actividad física, puede ayudar a disminuir los niveles de hormonas como el cortisol, que en exceso puede afectar negativamente al corazón. El ejercicio también favorece la liberación de endorfinas, neurotransmisores que generan sensaciones de bienestar y felicidad.
